domingo, 15 de marzo de 2015

Los desafíos de la comunidad judía de Buenos Aires


Por Guido Maisuls
 
Buenos Aires siempre fue una ciudad muy generosa y aun hoy continúa cobijando sin especulaciones a hombres y mujeres de buena voluntad, en la búsqueda de un futuro promisorio que nutren estas abigarradas muchedumbres que irrumpen cotidianamente desde el alba hasta el atardecer, en la búsqueda del sustento de cada día y de preciados sueños acunados desde sus tierras de origen.

Nuestra comunidad judía en la ciudad de Buenos Aires es la más grande de América Latina y una de las más importantes del mundo exceptuando a Israel. En el año 2006 se estimaba una población, según un informe el JOINT (Jewish Joint Distribution Committee), de 233.000 judíos en Buenos Aires y zonas de influencia.

Una comunidad que estando completamente integrada a la sociedad argentina con respecto a su identidad nacional, a sus valores culturales y a sus actividades socioeconómicas conservan aun y de diversas maneras sus lazos ancestrales con el pueblo judío y el Estado de Israel.

La diversidad es, sin duda alguna, la característica más peculiar de este grupo humano en el que se conjuga una verdadera sinfonía de heterogeneidad imaginable y donde cualquier análisis rígido o esquemático termina en la irremediable ruptura de todos los estereotipos imaginables.

Las permanencia de los judíos en Buenos Aires se remonta al año 1619 cuando llegaron a Buenos Aires ocho navíos con inmigrantes criptojudíos de Lisboa y Lima y luego con las sucesivas olas migratorias de diferentes orígenes trajo como consecuencia que hoy y en esta ciudad aparezcamos los integrantes de esta comunidad con diferentes apariencias, con costumbres multifacéticas e incluso con aspectos muy difícil de identificarnos como tales, por esto hoy el judaísmo porteño es multiétnico y heterogéneo aunque tengamos un origen y valores éticos y culturales en común.

Esta comunidad como toda la población en general atraviesa el presente sumergida en situaciones de gran complejidad política, ideológica y crisis de valores de origen nacional e internacional donde deben resolver satisfactoriamente la permanencia de sus valores ancestrales con la necesidad de adaptarse y convivir en la diversidad sin desprenderse de los primeros.

La diversidad exige convivir con el pluralismo, con el pensamiento democrático que asegura la existencia de diferentes posiciones y pensamientos ideológicos, con la participación de los diversos grupos sociales en la vida democrática y con la coexistencia con los diferentes puntos de vista sobre este tiempo histórico y su realidad social.

Vivir en la diversidad le exige a la comunidad judía adaptarse a la heterogeneidad tanto interna como en el seno de la sociedad en la que esta inmersa y por esto debe promover el pluralismo y no pretender recorrer el camino del pensamiento único y esto solo se genera desde la participación, el diálogo, el debate y el respeto al diferente.

La Comunidad judía de Buenos Aires no pudo abstraerse de los dramáticos tiempos históricos que atraviesan a la República Argentina, a la sociedad argentina y a un mundo en perpetua crisis de valores, ideales y perspectivas; reflejándose en la vida interna de la comunidad ciertas polarizaciones no deseables pero imposibles de evitar.

Sin lugar a dudas, se tendrá que asumir trascendentes y urgentes desafíos de la realidad comunitaria actual de los que dependerán nada mas y nada menos que la continuidad histórica de la vida judía en un país que se enriqueció profundamente con estos valiosos aportes en su cultura, en su economía, en su vida democrática, en las ciencias, en los valores éticos y ciudadanos, etc.

Se tendrá que incentivar la incorporación y participación activa dentro de los diferentes estamentos comunitarios a amplios sectores de una población judía que vive completamente alejada de la vida judía por carencia de motivaciones o de conocimientos.

Fortalecer y aumentar la accesibilidad a la educación, la cultura y la difusión de los valores Judaicos en estos críticos momentos presentes donde prevalecen en nuestra sociedad argentina la banalidad, el individualismo, el consumismo desenfrenado y la perdida de valores éticos y morales que en épocas no tan lejanas nos engrandecieron y enorgullecieron.

Aumentar significativamente el acceso a la educación formal implementando revolucionarios planes de becas e incentivos para los sectores que no puedan acceder a causa de su alejamiento de la vida judía y hoy por motivos socioeconómicos a la red escolar comunitaria. "Nuestros niños no pueden amar lo que no pueden llegar a vivir y a conocer".

Atraer a todo el amplio y valioso espectro de intelectuales y profesionales judíos que en la actualidad están aportando maravillosamente a la sociedad argentina en todos los campos del quehacer nacional a la participación institucional judía y a la vida comunitaria en general para que fortalezcan las bases donde se asentaría la vida de nuestras próximas generaciones.

Crear un espacio contenedor, atractivo y abierto para una juventud actualmente dispersa, desorientada y sin metas personales y comunitarias claras y sustentables donde puedan participar democráticamente, opinar, sentirse representados y crear nuevas propuestas superadoras a estos tiempos presentes.

La comunidad judía de Buenos Aires debe mantenerse unida porque la unidad es la síntesis del pensamiento democrático, que respete la existencia de diferentes posiciones, que no pretenda representar a un solo pensamiento y que se genera desde la participación, el diálogo y el debate.

Hoy mas que nunca, la comunidad judía de Buenos Aires debe aferrarse a su fe ancestral, a sus valores éticos, a sus irrenunciables vínculos con el Estado de Israel para poder realizarse plenamente como judíos pero a su vez necesita perseverar en ser plenos y orgullosos ciudadanos argentinos y asumir activamente todos los desafíos que nos demande nuestra sociedad argentina en la que somos parte y estamos indisolublemente inmersos.

Por Guido Maisuls

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