04 de enero de 2015 y no
hay nada nuevo bajo el Sol.
Desde este jueves también
transcurren rutinaria e inexorablemente nuestras humanas vidas por todos los
misteriosos y repetitivos senderos de la historia,
los cotidianos caminos de todos los días, de todas las generaciones, incluida
la nuestra:
"Generación va y
generación viene, más la Tierra
permanece siempre igual. El Sol se levanta, y se pone el Sol, y vuelve a su
lugar y nace de nuevo. Lo que fue y lo que ha de ser, lo que se hace, eso se
volverá a hacer. No hay nada nuevo bajo el Sol." Eclesiastés 1:4
Sabemos que los ateos son
los poseedores de la creencia en la inexistencia de dioses o deidades en cambio
los agnósticos son aquellos que no se reconocen como ateos pues consideran
inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de aquello
que trasciende la experiencia pero ¿que significa realmente ser un creyente?
De Albert Einstein: "La
cosa más bella que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de toda
verdad y ciencia. Aquel para quien esa emoción es ajena, aquel que ya no puede
maravillarse y extasiarse ante el miedo, vale tanto como un muerto: sus ojos
están cerrados... Saber que lo impenetrable para nosotros existe realmente,
manifestándose como la prudencia máxima y la belleza más radiante que nuestras
torpes capacidades pueden comprender tan sólo en sus formas más primitivas...
Este conocimiento, este sentimiento, se encuentran en el centro de la verdad
religiosa. En ese sentido, y sólo en ese sentido, pertenezco a las filas de los
hombres religiosos devotos".
"Lo
que creo",1930.
Desde 1925 comenzó una
gran confrontación científica de dimensiones universales sobre el átomo y la
mecánica quántica entre el ciudadano danés Niels Bohr y el todavía ciudadano
alemán Albert Einstein.
Albert Einstein inquirió:
“Dios no juega a los dados, el Señor es sutil pero no malévolo”. Bohr
respondió: “Einstein, deje de decirle a Dios lo que tiene que hacer”.
Según el psicólogo Carl
Jung, Bohr y Einstein constituirían las antípodas en cuanto a la estructura de
sus pensamientos, dos formas antagónicas de abordar desde sus mentes a eso que
nosotros llamamos “la realidad”.
Bohr lo hacia desde la
sensatez, priorizando lo concreto, lo verificable y lo medible en cambio Albert
Einstein era decididamente intuitivo pues observaba al mundo con una visión
realista y lógica pero el diálogo entre ellos fue posible, gracias a que
compartían algo en común.
De Albert Einstein: "No soy ateo, y no creo que pueda llamarme
panteísta. Estamos en la posición de un niño que entra en una biblioteca llena
con libros en muchos lenguajes diferentes. El niño sabe que en esos libros debe
haber algo escrito, pero no sabe qué. Sospecha levemente que hay un orden
misterioso en el ordenamiento de esos libros, pero no sabe cuál es. Me parece
que esa debería ser la actitud de incluso los seres humanos más inteligentes
hacia Dios. Vemos el universo maravillosamente ordenado y obedecemos ciertas
leyes, pero sólo entendemos levemente estas leyes. Nuestras mentes limitadas
captan la misteriosa fuerza que mueve las constelaciones…"Glimpses of the Great", G.
S. Viereck, 1930.
¿Porque hoy, los seres
humanos tendemos a creer poco en Dios?:
"Dios ha muerto. Dios
sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los
asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha
poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre
de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados
deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para
nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?". De Friedrich Nietzsche, La
gaya ciencia, sección 125-
He aquí uno de los mas
sólidos fundamentos del porque los seres humanos tendemos a creer poco en Dios:
Hemos querido matar a Dios y lo hemos identificado en nuestro semejante,
esto esta extraordinariamente descripto en el aforismo nietzscheano de "El
frenético" o "El hombre loco":
"¿No oísteis hablar de aquel loco? que en
la mañana radiante encendió una linterna, se fue al mercado y no cesaba de
gritar: "¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!"! Y como allí se juntaban
muchos que no creían en Dios, él provocó grandes carcajadas. ¿Se habrá
perdido?, decía uno. ¿Se ha escapado como un niño?, decía otro. ¿O estará
escondido? ¿Le hacemos miedo? ¿Se embarcó?, ¿emigró?, gritaban mezclando sus
risas. El loco saltó en medio de ellos y los atravesó con la mirada. «A dónde
fue Dios? -exclamó-, voy a decíroslo. Nosotros lo hemos matado -¡vosotros y yo!
¡Todos nosotros somos sus asesinos!".
Pero, ¿En que creo hoy, en
enero del 2015?
Creo en la plegaria
fundamental del judaísmo, la esencia de la fe monoteísta, la piedra angular de la Torá: "Oye, Israel,
el señor es nuestro Dios, el señor es Uno" (שְׁמַע
יִשְׂרָאֵל, ה' אֱלֹהֵינוּ, ה' אֶחָד; Shemá Israel, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad
Deuteronomio 6:4).
Escritor y periodista.
Periodismo de opinión e investigación.
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